Monday, July 24, 2017

La Dama Perdida ~ Cap 4

Cuando el taxi se detuvo frente a la casa de acogidas, sus pasajeras fueron efusivamente recibidas por dos morenas en extremo ansiosas. Natalie parecía ser el objetivo, por lo que la Madre Superiora se hizo a un lado, para que la pequeña recibiera todas esas atenciones.
Joset no perdió el tiempo en abalanzarse sobre su hermana y de paso, abordarla con decenas de preguntas que no le daba tiempo a responder. La emoción de la más joven, superaba con creces la que sentía Natalie y eso desconcertó a Carolina.
Inmediatamente detuvo sus avances, para escrutar a la menor con todo detalle.
Desde el pronunciado sonrojo que portaba en sus mejillas, hasta el leve temblor de su labio inferior y una vez que tuvo su veredicto, entrecerró los ojos con sospecha mal disimulada. Esta reacción puso nerviosa a la niña  -quien la observaba de lejos- y logro que la madre superiora, se tensara bajo sus hábitos.
-¡Natalie, respóndeme! –Exigía su hermana- ¿A dónde te llevaron?
-Enseguida te cuento. ¡Ven conmigo! –Dijo, tratando de huir de los escrutadores ojos de Carolina.
Esta intento seguirlas, pero fue detenida antes de dar el primer paso.
-¡Un momento, hermana!
Su superiora se acercó a ella.
-Déjelas que hablen a solas –pidió solemnemente-. Yo la pondré al corriente de todo.
Carolina la siguió a regañadientes, a través de los innumerables pasillos del edificio. Cuando se encontraron a solas en la privacidad de su oficina, la mayor comenzó con el relato.
-Antes que nada –comenzó, mientras tomaba asiento con dificultad-, quiero que me prometa que se mostrara razonable ante todo lo que se hable en esta oficina.
-No se lo puedo garantizar, Madre –confesó.
Su superiora no se mostró enfadada en lo absoluto, sino que asintió comprensivamente.
-¿Qué sucedió en la reunión?
-En dos días vendrán a conocer a Natalie y ese mismo día, se llevara a cabo la prueba de ADN -dijo sin rodeos.
-¿Qué? –Carolina hizo amago de incorporarse, pero se contuvo- ¡¿Cómo es eso posible, Madre?!
-No pude hacer nada al respecto, Carol –admitió con pesar-. La ley los ampara y están en todo su derecho.
-Pero yo pensé que se tomaría en cuenta, la opinión de Taly.
-¡Se la tomaron en cuenta! –Reveló, con una risotada sin gracia.
-¿Entonces? –Se inclinó esperanzada.
-Natalie, es quien tomó la decisión de conocerlos.
Esas palabras, rompieron algo en su interior.
-Eso no puede ser -murmuro-. Natalie, no…
-¿Acaso le sorprende? –Preguntó la monja, con amargura- Sin importar cuan feliz sea con nosotras, Natalie nunca ha ocultado su deseo de conocer a su verdadera familia.
La monja no supo que responder a eso, por lo que opto por quedarse en silencio. Intentaba asimilarlo todo desde una perspectiva diferente, pero su superiora no le dio mucho tiempo para pensar.
-No debe intervenir, hermana –advirtió de improviso.
-¿A qué se refiere?
-Soy consciente de su apego a Natalie y también sé que intentara influenciarla, por medio de Joset –su expresión se mostró dura e inflexible-. Por eso le pido, que no intervenga.
-¡Madre, usted no lo entiende!
-Puede que yo no lo entienda, pero espero que usted si –dijo demandante-. Espero que entienda, que esto es lo mejor para ella y que nada se puede comparar al amor de su verdadera familia.
-¡Ellos no saben nada sobre Natalie! ¿Cómo podrían hacerla feliz?
-¡Nosotros no somos quien, para juzgarlos! –Exclamó molesta- Hermana, espero que no haya olvidado sus votos y purifique su alma, cuanto antes.
La hermana Carolina bajo la cabeza ante la reprimenda y como tantas veces había hecho, señaló la cruz sobre su pecho. En medio de una humilde disculpa, se retiró de la oficina y se encaminó al confesionario, tal y como le habían indicado.

-¡¿Es en serio?! -Se escuchó un fuerte grito.
Natalie asintió con la cabeza, mostrando una tímida sonrisa.
-¡Eso es maravilloso! –La morena la atrapó entre sus brazos- ¡Me alegro mucho por ti, Taly!
La efusividad de su hermana, le quito un peso muy grande de encima. Pensó que Joset se mostraría renuente o deprimida, pero fue todo lo contario. De hecho, su felicidad le permitió disfrutar de la noticia por primera vez y un calor agradable se instaló en su pecho.
-Gracias, Joset.
La menor se separó.
-Dime. ¿Ya la conociste? ¿Cómo es ella?
-No, todavía no. ¡Pero en dos días vendrá a verme! –Chilló emocionada- Dicen que primero tienen que hacerme un examen y que después, nos dirán si de verdad es mi mamá.
-Espero que todo te salga bien –cruzó los dedos, para darle suerte.
-¡Yo también! ¡Joset, es como un sueño! –Imitó el gesto de su hermana.
La nombrada rio maliciosa y dijo:
-¡Los otros niños se pondrán verdes de envidia, cuando lo sepan!
-¡No debes decírselo a nadie! –Recalcó-. Todavía no sabemos si de verdad es mi mamá.
-¡No seas negativa! –La regañó-. Ya verás como si es ella. No vendría desde tan lejos, sino estuviera segura.
-Tienes razón.
 -¡Vaya! Tu madre biológica –su tono delataba, que apenas podía creérselo.
Volvió a abrazarla, pero esta vez era por sí misma.
-Espero que la mía, también me encuentre pronto –murmuró.
-No estés triste, Joset –le pidió.
-Estoy muy feliz por ti, pero…- no se animó a continuar.
-Yo también te echare de menos, Joset –peinó sus negros cabellos-. Te prometo que te llamaré y te enviaré fotos, todos los días. Eres y seguirás siendo mi hermana.
-¿De verdad?
-¡Claro que sí! Además, la hermana Carol estará contigo y te cuidara mientras yo no este.
-¿Ya se lo contaste? –Se separó de la rubia.
-No he tenido tiempo –se encogió de hombros-. Pero por la forma en que me miró, creo que ya lo sabe.
-¿Cómo te miró? –Preguntó curiosa.
-De la misma forma en que lo hace, cuando me meto en problemas –sonrió de forma traviesa-. Como si esperara, que le diga algo que ya sabe.
-Sí. Ya sé a qué te refieres –dijo burla-. ¡Pero ella nunca te castiga!
-Eso es porque soy su favorita.
-¡Eso no es cierto!
-¡Claro que sí!
Su conversación quedó en el olvido, mientras se enzarzaban en otra batalla de cosquillas e insultos amistosos. Se olvidaron de las novedades, de los cambios venideros o de que muy pronto, las dos se tendrían que separar.
Esos minutos eran preciosos y disfrutarían de los que el tiempo, aún les reservaba.
Desde muy niñas, se habían estado preparando para el momento en que una de las dos alcanzara su sueño de regresar a su hogar. Siempre supieron que ese día llegaría y tanto Joset como Natalie, habían aprendido a fingir que incluso así, serían felices.
En cuestión de minutos, hicieron de tripas el corazón, ocultaron sus lágrimas, ignoraron el nudo en la garganta y dejaron salir el llanto, en forma de risas gozosas.


No comments:

Post a Comment