La
aludida se extrañó ante el recibimiento y sin quitarle los ojos de encima a su
superiora, tomó asiento. Hacía un poco de frio, debido a que el día apenas llegaba
a su fin y los colores propios del atardecer iluminaban la estancia. Las
cortinas ondulaban con parsimonia, mientras las sombras -poco a poco- se iban
adueñando del lugar.
La
mayor escrutó a su subordinada con intensidad y expresión de alerta.
-Me
imagino, que quiere hablar sobre Natalie.
-¡Así
es! -Aseguró impaciente- ¿Cómo es eso de que ella se llevara a Natalie? ¡No lo
entiendo!
-Si
le soy sincera, yo tampoco lo sé -habló pausadamente-. Simplemente, pasó por
alto el protocolo y lo declaró abiertamente.
-¡Pero
no puede hacer eso!
-Sí
que puede.
Carolina
se removió en su sitio, angustiada.
-Tal
vez la prueba de ADN, no de positivo -concedió esa posibilidad-. Pero si
deciden adoptar a Natalie a pesar de ello, no podremos detenerles.
-¿Y
qué me dice de Natalie? ¿Su opinión no cuenta?
-¡Claro
que cuenta! Si fuera ese el caso, Natalie tendrá el derecho a decidir si quiere
continuar con nosotras o no. ¡Todo dependerá de ella!
-¿Las
condiciones serían las mismas?
-En
efecto- concedió.
“En ese
caso, no debo preocuparme” -pensó aliviada.
-Hermana
Carolina, será mejor que se prepare para lo que le voy a anunciar -advirtió
severa.
La
aludida no se esperó el repentino cambio de humor.
-Existe
la posibilidad -comenzó-, de que la pequeña acepte ser adoptada por ellos.
Sus
palabras sacudieron a la novicia, de pies a cabeza.
-¡¿Pero
qué locuras está diciendo?! -Se levantó alarmada.
-¡Hermana
Carolina, le exijo respeto! ¡Siéntese!
Aun
reacia a aceptar la realidad, Carolina obedeció.
-¡Creí
haberle dicho, que no debía intervenir! –Apretó lo puños- ¡Si resulta que
Natalie decide irse a Inglaterra, usted -recalcó- se mantendrá al margen de
todo! ¿Lo ha comprendido?
-Perfectamente,
Madre -sus palabras brotaron, con un tono ronco y amenazante.
La
mayor no lo notó, por lo que se dio el lujo de relajarse.
-La
niña se mostró muy abierta con ellos -comentó despreocupada-. No los trató como
a otras parejas interesadas y eso me pareció una buena señal.
-¿Cree
usted que cambien de opinión, si acontece que ella no es su sobrina?
-Por
como esa mujer abrazó a Natalie, yo diría que sí se trata de su sobrina. Aun
así, mañana a primera hora tendremos la certeza.
-Comprendo
-murmuró-. Si me disculpa Madre, quedé en verme con las niñas.
Dicho
esto, Carolina se incorporó.
-Le
reitero hermana –la interrumpió-, que no debe intervenir, ni intentar
influenciar en su decisión.
Carolina
la escrutó por encima del hombro.
-Si
realmente se preocupa por Natalie, estará de acuerdo conmigo en que esto es lo
mejor para ella -insistió.
-Soy
consciente de ello, Madre -aceptó humildemente-. Yo solo quiero lo mejor para ella.
Cuando
entró en el comedor, Carolina pasó por alto el número de cabezas congregadas en
el recinto. Los niños que iban de una mesa a otra, haciendo barullo junto a sus
compañeros o los que simplemente disfrutaban de su cena -chocando las cucharas
en el plato-, no tenían ninguna importancia para ella. Con incredulidad, se dio
cuenta de que su devoción por aquellos pequeños había mermado en los últimos
días, debido a su enfoque en Natalie.
Pero
cuando alcanzó a ver su objetivo, todo pensamiento recriminatorio cesó. La niña
se encontraba sola y eso le resultaba muy conveniente, para sus planes.
-¡Hola
preciosa! –La saludó con entusiasmo-. ¿Cómo has estado?
A la morena se le hinchó el pecho de felicidad
y sus ojos brillaron con ilusión, al ver a su madre junto a ella.
-¡Hermana
Carol! -La abrazó por la cintura- ¿Dónde has estado?
-Muy
ocupada en estos días, cielo.
Comenzó
a peinar sus negros cabellos, mientras se sentaba junto a ella.
-Sí.
Taly me lo contó –le sonrió suavemente-.
Pero ya terminaste. ¿Verdad?
-Así
es. ¡A partir de hoy, soy toda suya!
-Eso
es un alivio. Es muy molesto cuando no estas con nosotras –mojó su pan en la
mermelada y se lo llevó a la boca, con elegancia-. Sobre todo hoy, que Natalie
estuvo ocupada.
-Hablando
de eso. ¿Dónde está tu hermana?
Joset
suspiró.
-Se
retiró a su habitación -apoyó su rostro en una mano-. Está tan emocionada por
la visita de mañana, que no puede quedarse quieta. Dijo que si se acostaba
temprano, amanecería más rápido.
-Ya
entiendo.
-Ahora
mismo debe estar dando vueltas en su cama, sin poder conciliar el sueño -comentó
divertida-. No tardará en saquear la nevera de la cocina.
-Es
un día muy importante para ella –murmuró Carolina-. Natalie ha esperado por
esto, toda su vida.
Joset,
se concentró en un punto lejano del comedor.
-Lo
sé -masculló.
Carolina
no paso por alto, que el sufrimiento de Joset la estaba desbordando. Aun no se
había acostumbrado a la idea de que en pocas horas la separarían de su hermana
y sin embargo, se esforzaba por no demostrarlo. No se quejaba, no lloraba y
tampoco se compadecía de sí misma.
En
una niña de su edad, eso era inaudito.
¿Podría
ser que en realidad, ella no comprendiera la gravedad de los últimos
acontecimientos?
Carolina
reconoció que esa era la oportunidad, que había estado esperando. Mientras más
vulnerable se encontrara su pequeña, más fácil sería ponerla de su lado. Sus
ojos brillaron de expectación e inclinándose sobre la silla -fingiendo
resignación-, dejo salir las palabras que le asegurarían la victoria.
-Aun
así, yo esperaba que ella aprovechara sus últimos momentos contigo -comentó.
Joset
la miró de reojo.
-¿Sus
últimos momentos? –Enarcó una ceja.
-En
pocas horas, Natalie se irá con una nueva familia y ya no tendremos oportunidad
de estar con ella… nunca más.
-¡Eso
no es cierto! -Aseguró- Natalie puede venir a visitarnos de vez en cuando o
simplemente llamar. ¡Con eso me conformo!
Joset
se mostraba reluctante a abandonar sus esperanzas, pero eso no entraba en los
planes de la novicia.
-Joset,
cariño. ¡Sabes que eso, no le será posible!
-¿Por
qué, no?
“Cayó
en la trampa”
-El
orfanato no admite que los jóvenes adoptados, tengan contacto con nosotros
-mintió descaradamente-. Es la mejor forma de que se adapten a su nuevo estilo
de vida y no se sientan tentados a volver. Con Natalie, se aplicará el mismo
método.
-Pero
ella me prometió…, que me llamaría -respiraba con cierta dificultad.
Sus
lágrimas empezaron a acumularse y por una fracción de segundo, Carolina se
sintió miserable por haber hecho llorar a un ser tan dulce e inocente. Joset
por otro lado, se dejaba manipular con facilidad, pues creía ciegamente en lo
que su “madre” le decía. ¿Qué necesidad tendría ella, de mentirle?
-Puede
que esa sea su intención –continuó la mujer-, pero ellos no se lo permitirán.
Lo harán por su propio bien e ignoraran lo que ella les pida.
-¿Entonces,
es mi último día con Natalie?
-Lo
siento tanto, Joset.
La
pena en sus ojos era autentica, pero sus palabras estaba dedicadas a mermar las
defensas de Joset. La abrazó a modo de consuelo y la respiración de la pequeña,
se volvió errática.
-Ella
me dijo que su mamá es muy dulce y atenta. Tal vez la deje llamar –comentó,
como quien pide misericordia.
-¿Su
mamá? –Carolina, se vio repentinamente descolocada.
-Sí.
Eso fue lo que me contó. Que la mujer que le presentaron hoy, era muy hermosa,
agradable…
-Joset.
¿No te estarás equivocando? -Intentó corregirla- Natalie, no tiene madre.
-¿De
qué estás hablando? ¿Entonces quién es la mujer, que vino a verla? -Se secó las
lágrimas, antes de que estas la traicionaran.
-Es
su tía -susurró confidencial-. Su madre murió hace seis años, justo antes de
que encontraran a Natalie, a orillas del Sena.
Joset
abrió mucho los ojos y por su reacción, la monja se figuró lo que ocurría.
-¿Taly
cree, que ellos son sus padres? –Exclamó.
Carolina
estuvo a punto de suspirar de alivio. Todos sus problemas desaparecieron, apenas Joset le regaló esa noticia.
-Dios
mío –jugaba nerviosamente, con el velo de su conjunto-. ¡Quedará destrozada,
cuando se entere!
La expresión
de horror que utilizó, puso aún más nerviosa a la morena, la cual era
consciente de la gravedad de la situación.
-¿Te
imaginas cuál será su reacción, cuando le digan que su verdadera madre está
muerta?
Joset
sacudió su cabeza con fuerza, tratando de abarcar todos los ángulos de aquella
situación. Su hermana estaba encantada con aquella mujer y el sentimiento -al
parecer- era recíproco. ¡No podía ser tan terrible!
-Pero
si sus tíos realmente la quieren, entonces ella estará bien –razonó.
Ninguna
de las dos se preocupaba ya por bajar la voz, dado que el resto de los chicos
comenzaban a abandonar el comedor
-¿Y
crees que es justo, que la engañen para ganarse su cariño? La están alejando de
nosotras -que somos su verdadera familia- y no estamos seguras de cómo la tratará
alguien, que ni siquiera se preocupa por saber lo que ella quiere.
Joset
no encontró argumentos para rebatirla. El temor de que la alejaran de Natalie y
que esta sufriera en un lugar en donde ya no podría consolarla, le sobrecogió
el corazón.
-¡Ni
siquiera le preguntaron si quería quedarse contigo o no! -Siguió presionándola-
¡No le dieron opción, Joset!
La niña
guardó silencio. De un momento a otro, todos los sueños y fantasías de su
hermana habían muerto y ella no sabía cómo reconstruirlos otra vez.
Natalie
sufriría mucho cuando se diera cuenta de la verdad y a ella no le permitirían
estar a su lado, para reconfortarla. Para colmo de males, no tendrían contacto hasta que Natalie fuera mayor de edad
y para entonces, tal vez ni se recordarían la una a la otra. Solo pensar en esa
posibilidad, hizo que la rabia naciera en su pecho por primera vez.
-¿Qué
pasaría, si ellos no fueran su verdadera familia? -Una sombra oscura, se posó sobre ojos.
Carolina
sonrió orgullosa, debido a que su pequeña había captado el mensaje.
-En
ese caso, Taly se quedaría con nosotras –afirmó convencida-. Siempre y cuando,
tú se lo pidas.
-¡Lo
hare!
-Pero
es muy probable que el examen de positivo, cielo. De ser ese el caso, no habrá
mucho que podamos hacer por ella.
Joset
bajó la cabeza, derrotada y con los puños fuertemente apretados. Parecía
desesperada y a punto de romper en llanto, por lo que la monja decidió
compadecerse de ella.
-Sin
embargo –llamó su atención-, si quieres evitarle el dolor a tu hermana, aún hay
algo que podemos intentar. Después de todo, ellos solo presumen ser sus tíos.
Carolina
se inclinó sobre la niña y llevando los labios cerca de su oído, susurró
palabras de consuelo que no cumplían con su cometido.
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