Tuesday, March 8, 2016

Gold Shield


 
 
El sonido se tornó molesto y odiosamente regular; demasiado como para poder ignorarlo y seguir durmiendo.
-¡Ya voy! ¡Ya voy! –Grito una voz en el interior.
Los pasos de Ethan se apresuraron a llevarlo junto a la puerta, para evitar que sus vecinos se quejaran luego de aquel escándalo. Aunque el también se iba a quejar con su visita, siempre y cuando no fuera:
-¿Camila? –Exclamo consternado y claramente asustado.
Frente a él, se alzaba una chiquilla de dieciséis años, con su cabello negro amarrado en una cola a la altura de su nuca y sus manos torpemente cruzadas en su regazo; como una niña que espera ser regañada. Su cabeza estaba levemente agachada, pero sus ojos seguían escudriñando a Ethan.
-¿Puedo…, quedarme aquí esta noche? –Bajo más la cabeza.
Ethan la escruto aun sorprendido, hasta que la realidad bajo a él de forma inmediata y repentina. Alargo un suspiro por varios segundos y negó con la cabeza.
-¿Qué paso ahora? –Pregunto, sin dejarla pasar aun.
-Llego borracho –hizo una pausa larga-, otra vez.
Su mano izquierda viajo por su brazo derecho lentamente, pero cuando llego a su ante brazo, una mueca de dolor cruzo su rostro. Ese gesto basto para que Ethan –alarmado- tomara la manga derecha de la bata de dormir y la subiera de un jalón. Una marca contorneada en morado y con centro amarillento, fue lo primero que llamo su atención. Lo segundo, fueron los temblores que azotaban el cuerpo de Camila.
Soltó la tela lentamente.
Se tragó la blasfemia que casi abandona sus labios y se hizo a un lado.
Camila interpreto el gesto como una invitación y se adentró en el apartamento de su mejor amigo. Acostumbrada como estaba a esa vivienda, no tardo en buscar la comodidad del sofá, repitiendo un ritual que ya tenía más de dos años de antigüedad.
Ella sabía, que Ethan se sentaría a la altura de su cabeza, la acomodaría sobre su regazo y mimaría sus cabellos con cariño. Siempre ocultando el odio que sentía, por el padre de la mujer que amaba. Quince años los separaban, pero por alguna razón, ese detalle siempre les pareció insignificante.
Tal y como previo, él se sentó cerca de ella y comenzó con sus caricias. La joven solía quedarse dormida en muy poco tiempo y cuando eso pasara, Ethan la acomodaría sobre una mullida cama y él se quedaría con el sofá.
-No podemos seguir así, Camila.
Ella levantó la mirada, para observarlo.
-Es la tercera vez de esta semana y apenas es martes –entrecerró los ojos-. ¿Qué esperas para tomar una decisión?
-Él es mi papa, Ethan. No puedo simplemente irme contigo. ¡Ni siquiera soy mayor de edad!
-Si tú me dejaras, yo podría conseguir que te emancipes en menos de un mes. ¿O prefieres quedarte con él, hasta que acabe matándote?
-El jamás me haría daño –afirmó convencida.
-¿Entonces de donde salió ese golpe? –Señaló su brazo, con la cabeza.
Camila volvió a sostener el sitio agredido, pero ya no podía ocultarlo.
-Fue un accidente.
-¡Ya basta!
El grito de Ethan consiguió asustar a la joven en demasía. Era la primera que lo escuchaba alzar la voz contra ella y por ello, se arrebujó entre los cojines del sofá.
-Por favor, deja de justificarlo.
La morena desvió la mirada.
-Cada vez que vienes aquí, te descubro con un moretón nuevo, Camila. ¿Cuánto más puedes seguir aguantando esta situación?
-Cuanto sea necesario –admitió.
Ethan suspiro con pesadez.
-¿Y esperas que yo lo acepte?
La joven se incorporó rápidamente, pero al alejarse de él, se sintió inmediatamente vulnerable. Como si no le quedara nada, a lo cual aferrarse.
-No espero que lo aceptes –entrelazó sus manos sobre sus rodillas-. Solo que no me dejes.
-No quiero dejarte –se pegó a ella, para abrazarla por los hombros-. Pero tú no te mereces pasar por esto. No le has hecho nada malo.
-De hecho…, si –se volteo a mirarlo-. Desde el día en que nací, no hecho sino hacerle daño.
Tomo el rostro del mayor y acaricio la pronunciada barba que ya comenzaba a aparecer.

-Él es el que no se merece, que le hagan tanto daño, Ethan.


Capitulo 2
 
El mayor negó con la cabeza; desconcertado. La afirmación fue tan segura y firme, que apenas y podía replicar.

-Por favor, dime que realmente no crees eso.

-Jamás lo entenderías –le replico ella.

-Entonces explícamelo –beso su mejilla.

-¡No!

Se alejó de él como si hubiera sido azotada por una descarga eléctrica e inmediatamente, se incorporó.

-¿Por qué no?

-Porque si lo hago –lo miro por encima del hombro, con una tristeza que le caló el alma-, empezaras a verme igual que él.

No fue la frase lo que lo impresiono más, sino el hecho de ella realmente lo creía.

-No te atrevas a compararme con ese hombre otra vez. Nunca te he puesto un dedo encima, a menos que sea para demostrarte cuanto te amo.

Camila intento retractarse.

-No me refería a eso, Ethan –se sentó a su lado y suspiro-. Perdona. No debí decir eso.

Su mano derecha fue a descansar sobre la rodilla de Ethan y este volvió a tomarla entre sus manos, para besarla.

-Lo único que me aterra, es que tú piensas que te mereces ese trato –la miro a los ojos-. ¿Por qué?

Camila cerró los ojos y respiró hondo. No tenía ningún interés en contarle a Ethan lo que sucedía entre ella y su padre, pero ya estaba cansada de tener la misma discusión con él. Era mejor sacarse la espina ahora y curar la herida después.

-Mi padre, siempre me ha dado todo lo que yo necesitaba –suspiró-. Aun ahora, sigue dándome de comer y proveyéndome de cosas materiales.

-Es tu padre –explicó el-. Te lo debe.

-Déjame terminar.

-Perdona.

Camila tragó con dificultad.

-Mi madre era diferente –recordaba-. Incluso antes de morir, no se dignó a mirarme a los ojos, ni mucho menos intento despedirse. El cáncer la fue matando poco a poco y esa mirada dura e infinitamente decepcionada, nunca se borró.

Ethan apretó sus manos, para otorgarle consuelo.

-Si al menos se hubiera limitado a cerrar los ojos y llevarse sus pecados con ella, todo hubiera estado bien. Pero la felicidad de otros, siempre le molesto.

-No pudo ser tan terrible.

Los ojos de Camila se afilaron como navajas, retándolo a decir esas palabras una vez más.

-Esa mujer –mencionó con desprecio-, se atrevió a decirle a mi padre antes de morir, que yo no era su hija y que mi verdadero padre la había abandonado al saber que ella estaba embarazada.

Inconscientemente, Ethan soltó sus manos y se arrepintió de inmediato. Trató de cazarlas nuevamente, pero Camila le negó el contacto.

-Él la adoraba, Ethan y ella se burló de él y a mí…, a mí me hizo pagar su miseria.

Se incorporó.

-No dudo que me culpara por haberse quedado sola y tener que casarse con un hombre que no amaba –se giró para mirarlo a los ojos-. Algunas personas no deberían ser padres y otras, no deberían vivir a costa de un hombre que ya no tiene nada que dar.

“Mi padre me lo dio todo y desde que tengo uso de razón, me trata como una princesa. No me abandonó a mi suerte cuando supo la verdad, pero tampoco puedo exigirle nada –cerró los ojos esperando que una lágrima escapara de sus ojos, pero estos estaban secos”.

-¿Entonces –Ethan se acercó a ella-, estas dispuesta a pagar por los errores de otra persona?

-En esta vida nada es absoluto –sonrió con picardía y algo de culpa-. Voy a hacer lo que pueda para pagar mi deuda como hija, pero me dieron la vida para vivirla. No para llorarla en un sofá, cada noche.

Tomó las manos de su pareja.

-Dame un poco más de tiempo –besó sus manos-. Deja que al menos intente arreglar mi relación con él y si no funciona, me iré contigo.

-¿Cuánto tiempo calculas, antes de que te haga pagar a golpes los caprichos de tu madre?

-Ya te dije, que él jamás me va a hacer daño.

-¿Y qué me dices de ese golpe? –Señaló su brazo.

-Fue un accidente –sonrió con gracia-. Se me cayó un pomo de champú encima y me dejo una marca. Mi papá no tuvo nada que ver.

-No es la primera vez que te veo así.

-Soy una persona muy torpe. ¡No me juzgues!

Mentiras.

Todas y cada una de esas palabras eran mentira y ambos lo sabían. ¿Pero que se le puede reclamar a una persona que está dispuesta a soportar ese trato, porque cree merecerlo? Ethan empezaba a temer que nunca conseguiría sacarla de esa casa y la idea no era tan disparatada como parecía.

 

 

 

No comments:

Post a Comment