Ph significa
literalmente “potencial de hidrogeno” o como se le llama popularmente, el nuevo
dolor de cabeza de las féminas. Si bien no era suficiente con los periodos
menstruales (que para desgracia podían incluso llegar a ser irregulares) o con
sufrir bacterias en nuestro interior debido a un mínimo descuido (ya sea
higiénico o en el ámbito sexual), ahora también debemos lidiar con el nivel de
oxigeno de nuestro cuerpo. Yo no sabía nada de esto, hasta que el sistema de
salud de este país me obligo a auto diagnosticarme diariamente.
Antes no me preocupaba
por comer dulces y solo me aseguraba de poder entrar en mis pantalones
preferidos. Me limitaba a usar un jabón que cumpliera con su función y tampoco media el nivel alcalino/acido de
mis frutas.
Ahora lo hago todos los
días y tal vez estoy siendo exagerada, pero desde que sufro de bacterias en mi
interior y que además el ph parece ser mi única salvación, mi baño parece más
una farmacia que un sitio de relajación. Todo por asegurarme de estar en buenas condiciones.
No puedo salir de viaje
y darme el gusto de unas buenas vacaciones, sin uno de esos jabones anti
bacterias. Sé que no es obligatorio, pero (seamos honestos) soy mujer. Tengo
tendencia a machacarme y a preocuparme por cosas como estas. De lo contrario,
no marcaria en un calendario cuantos días faltan para mi siguiente “regla”.
Otro detallito:
Supuestamente hombres y mujeres deben chequear
su nivel de ph por igual y de forma regular (para evitar sustos); pero por una
extraña razón que aún no descifro, las mujeres parecen ser el único ser vivo
sobre la tierra que debe cuidar su balance de ph. No pretendo juzgar ni mucho
menos propagar la idea del machismo, pero es que ya son varias las responsabilidades
que nos lanzamos, para que también nos apropiemos de esta otra.
Fuimos creadas, para
ser pacientes de por vida. O sino, pregúntenle al ginecólogo que ve el interior
de decenas de mujeres cada día. Su esposa será una mujer muy afortunada, por no
tener que abrirle las piernas a un desconocido. ¡Auch!
En conclusión, no me
queda más que decir que pese a estos defectos de fábrica, seguimos siendo la
creación más bella de Dios. Somos las madres del futuro y educadoras de la
próxima generación y que sin importar los obstáculos, podemos tomarnos nuestros
dilemas con un poco de humor J.
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